Julio se presenta como un mes de mucho desafío. De hecho, desde que volví al país hay mucho de desafío en mi vida. Han pasado algunas cosas motivantes, otras no tanto y otras que no entiendo pero acepto el juego que me toca jugar. Estoy asumiendo nuevos roles. Mi trabajo cada vez se vuelve más autónomo y más versátil para trabajar en diversos equipos. Generalmente no he tenido problemas para adaptarme a nuevas personas, nuevos proyectos y en este tiempo la expansión es inminente… pero me está costando.
A veces, cuando corro de un lado a otro de la ciudad, mientras mis celulares no dejan de sonar y el correo electrónico no cesa de bajar, pienso: Quiero trabajar en una sola empresa, en relación de dependencia, con un horario fijo, un sueldo asegurado y ya. Por supuesto que este pensamiento dura en mi mente, lo que dura una burbuja de detergente en el aire. Me siento enclaustrada cuando trabajo encerrada en una oficina, sin libertad de decidir cómo hacer mi tarea del día. Pero estoy pasando por un período donde entiendo a mis amigos médicos cuando nos juntamos en la Iglesia y de pronto uno de nosotros le dice al cardiólogo: “Che me duele el pecho, qué será?” y de parte del médico hay un silencio de radio. Contesta con evasivas o no le da importancia.
Cuando una trabaja arduamente en una función no quiere tener conectada en el mismo tipo de conversaciones. Más cuando se te cruza seguido el pensamiento que expresé antes. Hoy me pasó eso al llegar a la iglesia. Iba contenta, con ganas de estar en la alabanza. Preparada para la santa cena. Al llegar me abordaron dos hermanos muy queridos por un tema tecnológico-técnico. Ambos lo hicieron por separado, pero eligieron el peor momento. Uno de ellos me hablaba como si nada en medio del tiempo de alabanza. Yo respondía con monosílabos esperando que se diera cuenta que quería alabar a Dios y que ese era el tiempo para hacerlo en familia. Finalmente hice un ademán y salí del templo. Me fui buscando a uno de mis amigos más cercanos, para que me entendiera. No lo encontré a él pero me crucé con su esposa y con otra amiga de la congregación. Les conté. Mal. Sacada. Fuera de mi. Tratando de quebrar mis ganas de mandarme a mudar. Las chicas me escucharon, me hicieron reír y me ayudaron a pensar distinto. Entré al templo de nuevo, le pedí perdón al Señor y disfruté de la reunión.
Todo esto me llevó a pensar en mi falta de paciencia con ciertas circunstancias, las personas que desconocen mi alocado ritmo de vida y las presiones extra de estar expuesta en tantos frentes. Me llevó a pensar cuánta necesidad hay de cosas que para mi son normales, de todos los días y hasta promotoras de estrés, pero que para mi entorno son desconocidas. Mi entorno eclesiástico, el más reducido en la familia de Dios. Me resulta pesado compartir ciertas cosas. Hay niveles de estrés que sólo se pueden compartir con aquellos con quienes compartis esa exposición. Pero ¿cómo se hace con quienes no lo comparten? Muchas de estas cosas no se pueden compartir porque podrían hasta ser de tropiezo a hermanos menores en la fe. Es un dilema. Es una preocupación. Es un sentir que crece y crece mucho. Alguna vez escuché a algunos ministros que la vida de la persona que sirve a Dios es la vida de solitarios. Y la verdad esa teología no la comparto ni medio. No creo que Dios quiera un grupo de hijos solitarios, que se aguantan las cosas solos.
Hoy pensaba en esto. Reflexionaba en mi falta de paciencia y de mi falta de espacio para poder ser sin tener que cumplir siempre los mismos roles.
Hola Lizzie.
Entiendo muy bien lo que escribes.Sobre todo la frustracion de no querer compartir lo que pasas, por temor a que otros se vean afectados en su fe,que les sea de tropiezo. Creo que el activismo eclesial ha creado estandares que son humanamente inalcanzables.Simplemente no se puede ser tanto todo el tiempo.Tu cabeza termina haciendo «crash», como pones tu.Este año, por motivos complicados,estoy lejos de todo lo que se relaciona al servicio activo y no se hasta cuando sera.Pero toda mi vida he estado muy involucrada en todos los aspectos dentro del servicio en la iglesia.Esa ha sido mi pasion por años.Y hasta donde me toco, si es una vida algo solitaria, de aguantarse mucho,a veces hasta incomprendida.No deberia ser asi,pero lamentablemente asi funciona.No olvido una vez en el que recibi una muy mala cara acompañada de un «para el Señor hay que esforzarse»,cuando le dije a una lider que no podia asistir a la vigilia de oracion porque tenia clases en el seminario hasta despues de las diez de la noche y al otro dia debia madrugar para poder organizar los ultimos detalles de un retiro de lideres que tendriamos todo el dia, y en el cual tendriamos que viajar hasta otro lugar lejos.Muchas veces,no es el Señor quien nos exige, es la gente que nos rodea, y nosotros no nos damos cuenta.Encontrar el balance adecuado es todo un reto.
Muchos saludos.
Yo creo Brisa que los estándares crecieron y no lo veo mal, lo que creo que está mal es que nivelemos para abajo. De esa manera los de la base nunca crecerán hacia arriba. Por supuesto que al nivelar hacia mejores estándares hay que tener en cuenta a aquellos que van a necesitar ayuda extra y brindárselas.
Yo me encuentro en una disyuntiva, siento que no me están incluyendo o me están incluyendo en un espacio que no me corresponde. Mis necesidades son relegadas a segundo nivel porque siempre hay algo más que atender. Y no está mal, lo que sí está mal es que quienes deben darse cuenta no te cuiden.
En estos días observaba a una diputada nacional en mi país. Es cristiana y está en un lugar donde tiene un trato especial hacia ella. No que yo crea que hay diferencia de personas, solo que su exposición es diferente y salvando las distancia, ella está altamente protegida y yo no, todo lo contrario: debo dar más de lo que ya doy y eso significa la muerte.
Es todo un tema de análisis, pero es lo que siento profundamente,
Hey Amiga! Bienvenida!! jajajaj!
Cuanod estes sacada llamame! Asi nos sacamos las dos juntas!!
Cuidate mucho! Dios te abraza!
Y esta bueno que nos haga crack la cabeza!! Mientras q no estalle…
Un abrazote!
jajaja… gracias Gimmy! La verdad que es raro, pero es un tema para pensarlo y tratarlo… es más lo voy a proponer en Lider Juvenil!!!! jajajaja
Che, gracias por pasar por acá. Gracias por el ofrecimiento… después no te quejes cuando llame! jajaja
Besos
paciencia, paciencia… estaba pensando en esto últimamente yo tambien. A veces con todo amor, nos dicen: «no pidas a Dios paciencia porque te va a llenar de pruebas para que la ejercites» jaja como di Dios fuera una especia de genio malvado. La verdad es bueno ponerse en manos de Dios, descanzar, tomqarse un vinito, y disfrutar de la adrenalina diaria, porque se que vos no podrías vivir de otra manera!
Te quiero mucho
Flavio
Gracias Fla! Sin duda que el tema pasa por la paciencia, el amor, y otra vez la paciencia… a ver si nos juntamos a tomar un vinito, eh?? jajaja…
Yo también te quiero mucho, a vos y a Andie.
Bendiciones!
Lizzie