La frase risueña del título no es tan risueña. Al menos si pensamos un poco detenidamente podemos encontrarle infinitud de “cada vez más hay cada vez menos”. Menos tiempo, menos respeto, menos empatía, menos dinero, menos familia. Más enojo, más ecpatía (si no conoces el vocablo búscalo en el diccionario o en google, pero búscalo), más atropello, más soledad, más individualismo. Y así podemos hacer una lista interminable de más y de menos que cada vez suceden repetidamente en el tiempo.
A veces estamos a merced de la nobleza de los demás, y viceversa, de la no nobleza. Esta mañana recibí un mensaje de una persona con quien nos conocemos hace varios años, pero con quien recientemente estamos tratándonos más. Él me habló porque conoce una situación personal y quería saber cómo estoy, como transito el proceso de esta situación. Me llegó porque “cada vez más hay cada vez menos” personas que se interesan genuinamente por otras. Y esta persona a quien puedo llamar cuando estoy en momentos difíciles, y quien sinceramente no es mi primer opción, me demuestra vez tras vez que también “cada vez más hay cada vez menos” desamor.
Y ahí pensé en que si “cada vez más hay cada vez menos”, seguramente yo puedo hacer algo para cambiarlo. Viene a mi mente las palabras del apóstol Pablo: “Sopórtense unos a otros, y perdónense si alguno tiene una queja contra otro. Así como el Señor los perdonó, perdonen también ustedes. Sobre todo revístanse de amor, que es el lazo de la perfecta unión. Y que la paz de Cristo reine en sus corazones, porque con este propósito los llamó Dios a formar un solo cuerpo” que están en Colosenses 3:13-17 en la Biblia.
Ese es mi desafío de hoy frente a la actitud de pesimismo que puede encuadrar la frase que da título a esta nota.