Cuando una persona fallece puede dejar uno o varios bienes o derechos determinados a alguien en particular. Estos bienes se separan de la herencia y no son objeto de reparto entre los herederos.
Hoy tuve el privilegio de almorzar con Junior Zapata y el grupo Amanecer. Junior es un amigo de varios años y Amanecer de algunos pocos meses. Cuando Junior está cerca es interesante escuchar lo que tiene para decir. Siempre sale con algún comentario que va a hacerte pensar. Así que arrancó preguntando sin anestesia, al estilo Junior, ¿qué legado vas a dejar?…
Sí, un tempano de hielo no hubiese sido tan frío como creo que nos quedamos los seis que escuchábamos atentamente. La próxima pregunta, casi sin digerir la primera disparada fue:¿Quién sos? Y no valía decir lo que hacemos, sino quienes somos… sin más siguió ¿Qué harías si no hicieras lo que haces?…
Por un momento me puse a pensar qué haría si no fuera periodista… ¡sería periodista! Ja! – fue mi primer respuesta rápida, pero no válida porque tengo que ver quién soy, qué es lo que me hace buena en lo mío-. Entonces empecé a pensar ¿cuál es mi legado? ¿Estoy preparando a otros? ¿Qué haría si no fuera periodista? ¿Lo hago hoy siendo periodista?… La verdad que Junior nos dijo que íbamos a pensar bastante en el tema, pero nunca pensé que tanto. Él seguía disparando comentarios despertadores de conciencias y yo que… ¿qué soy? No podía determinar que tengo para dejar como legado.
Nos despedimos de Junior, cada cual emprendió su camino hacia sus compromisos. Yo caminé unas cuadras, para alcanzar una van que me llevó hacia la localidad donde vivo. Hice un par de llamadas telefónicas (no puedo con ciertos vicios! Ja!) y mi mente seguía pensando: ¿Cuál es el legado que voy a dejar?. El viaje duró 30 minutos, iba rumbo a mi iglesia a la Escuela de Ministerio (un entrenamiento que mi pastor está dándonos a los líderes). Y mi mente seguía pensando en cuál sería mi legado. Es que hablamos que quienes recibimos a Jesucristo como nuestro salvador y Señor, fuimos hechos “Hijos de Dios”, “Herederos” de Dios y “Co-herederos” con Jesucristo. Este es nuestro legado espiritual: la herencia que recibimos de Dios y compartimos por igual con Jesucristo.
Finalizado el encuentro, me reuní unos minutos con los adolescentes, iban a comenzar su encuentro semanal. Dialogué con algunos y de repente el pastor me pide hablar cinco minutos conmigo. Fue como hora y media. Me hizo una propuesta para trabajar en algo específico para la congregación y comencé a responderme aquella pregunta que Junior había disparado horas atrás. Cuando el pastor me preguntó si estaba dispuesta, le respondí: “Sí, pero con única una condición”. El hombre mi miró casi inmutable, y sin dejarlo reaccionar continué: “que formemos un equipo, quiero preparar a otros para que continúen lo que hagamos ahora”. Le di mis motivos, le especifiqué cuál es mi visión y por supuesto, me dijo que sí. Coincidimos en esa visión.
Le compartí raudamente lo conversado con Junior, y continuamos hablando de detalles de la iglesia en donde puedo servir. Hablamos de servicio y de formación de liderazgo. Yo sentía dentro de mí que Dios estaba respondiéndome una pregunta que por varias horas rondó en mi cabeza. ¡Claro! Soy una privilegiada, aunque la respuesta también es el proceso que va más allá del despertar de una pregunta justa realizada en el mejor momento. No es nuevo que piense que tengo para dar o qué puedo hacer con lo alcanzado, no es mío es de Dios ¿cómo se lo devuelvo?… Oíme bien… se trata de la parábola de los talentos. No quiero esconderlo, quiero multiplicarlo ¿y cómo se hace? Esta ha sido mi pregunta en los últimos tiempos.
Llegué a casa, bajé los correos electrónicos (otro vicio!) y me encuentro con una invitación súper increíble… bueno no tanto, porque le estuve preguntando al Señor ¿cuál es mi legado? Me propusieron servir en un ministerio juvenil, aportando de lo mío, de mi llamado, ¡de mi legado! O al menos dándome la oportunidad de comenzar a formar un legado para compartir. Ellos aún no conocen mi respuesta, pero cuando leí el correo y releí lo que originó aquel correo confirmé que sin darme cuenta ya había empezado a dejar un legado que otros pueden tomar.
Otra vez, hoy me fue fácil encontrar mi legado, no siempre sucede así. Quiero compartirte la inquietud ¿Cuál es tu legado? ¿Qué harías si no hicieras lo que haces?… ¿Quién sería yo si no fuera periodista? Sería lo que soy, Lizzie, una mujer con deseo de compartir lo que tiene. Estaría comunicando algo a alguien. Estaría transmitiendo lo que Dios me dio. Estaría formando, mentoreando a alguien. Sería quien soy, porque lo que hago no me define como persona. Lo que hago es una herramienta en manos de Dios. Si Dios me quitara esta herramienta… estoy segura que me daría otra para continuar comunicando el reino de Dios. Y vos… ¿cuál es tu legado? ¿Qué harías si no hicieras lo que haces?
Nota al pié: Las fotos me las tomó Andrea López en Fort Lauderdale en mayo de 2004
Me impresiona leer algo de lo que estoy escribiendo y que hace dias me parte la cabeza y es el camino que camino, donde va ? Sin dudas los que encontramos en CRISTO muchas las respuestas al camino la verdad y la vida, encontramos quien soy. Capaz que solo falta darse cuenta, como decis si me saca una herramienta seguro me da otra. Saludillo
gus
Ja! Voy a estar pendiente para leerte ¿eh?… Es el tema de la semana!!!
Bendiciones!
Lizzie
sí que fueron unas preguntas «directas» y para hacer pensar… como madre me gustaría dejarles el legado de la fe a mis hijos, me gustarían que vieran la realidad de Dios en nuestra familia
Gracias Eva… Amen a tu legado. Sin lugar a dudas lo mejor que podemos dejar a otros y eso empieza hoy, durante la vida!!!
Bendiciones,
Tienes en tus manos la oportunidad de influenciar a jóvenes y darle forma. Lo que hagas con ellos, se te demandará un día, por eso debes tomar ese desafio con seriedad. Creo que sin duda, lo harás excelente!!!