Sobre el libro de Junior Zapata – Editorial Vida
Hace dos o tres años, mi amigo chapín (guatemalteco) Junior Zapata me compartió un manuscrito que logró que me olvidara de mi profesión como editora y me zambullera en la lectura de una realidad que veo y de una postura filosófica que comparto respecto a la juventud y la generación emergente.
Cuando vi el libro publicado por Especialidades Juveniles y el grupo Zondervan, en manos de la editorial Vida, me gocé pero temblé porque allí revela el corazón de un hombre entregado a Jesús que dice lo que piensa y lo que considera que Dios le ordena decir. Debo confesar que al leer este libro vibré de emoción y me deleité en su lectura. La clave para entender a nuestros jóvenes latinoamericanos no está en mirar qué pasa fuera de nuestra cultura, sino en entender por dónde se tejen los hilos de la entretejida trama generacional.
Desde el comienzo Junior lleva al lector a recorrer la aventura de entender qué es una generación y cuáles son las diferencias de la emergente con la de aquellos nacidos antes de 1974 (me pregunto por qué esa fecha, pero lo cierto es que los cambios son muchos desde ese entonces). «Nos encontramos en esta nueva cultura que tiene una nueva familia, un nuevo idioma, una nueva religión. Tiene su propia tecnología, su propia moda, su propio gobierno. Sus propios alimentos, su propia economía y su propio arte. …nos encontramos en el mismo planeta, pero en otro mundo. Conocemos el lugar, pero no el tiempo.»
El autor entiende (o al menos trata de acercarse a) la realidad de los adolescentes, quiere conocerlos, integrarse en su mundo y ayudarlos a encontrarse con el Creador. Cree en una generación que es la revolución, la encargada de transformar el continente para Cristo. Pero también evalúa y pone al descubierto los errores y los aciertos de las generaciones anteriores. Reflexiona a corazón abierto sobre las «teologías» que las generaciones anteriores desarrollaron y que hoy son parte de un descreimiento de los emergentes, pero busca el antídoto para contrarrestar los efectos devastadores de un tiempo que ya pasó, impulsándose hacia el futuro por una generación que hay que rescatar.