Siempre me gustó ser la oveja negra, la persona que no da con la manada. La distinta. No me gustan las mediocridades. No me van las uniformidades. Creo en las diferencias y pienso que son lo que hace lindo el universo. Pero de ahí a no cambiar nunca… me parece que hay un concepto a remirar.
Hace una década que dejé de ser bautista y empecé a congregarme en una Iglesia Presbiteriana San Andrés y antes de darle una década a la iglesia bautista, salí de un tiempo que no era nada, aunque reconocía la Iglesia de los Hermanos en Argentina (IHA) como mi denominación. Por varios años estuve en “la Presbi” como oyente, como asistente y en el 2018 me desafiaron a formalizar mi inclusión de hecho en nuestra comunidad de fe. Lo que realmente me convenció fue que al repasar dogmas y costumbres, también vimos creencias y una frase me desafió: “somos una comunidad de fe en constante transformación”. Porque el cambio, el moverse del lugar para estar en otro, es bueno. Crecer, reconocer, recompensar, reparar, restituir, rearmar, recomponer, reavivar… ¡es parte de la vida misma! Yo no me quiero quedar atascada en el lugar donde no puedo crecer y cambiar.
A veces pensamos que no hay nada más que cambiar. Que así como estamos yastá, no hay otra cosa y ¡es lo que nos toca y punto! Pero no. Hay otros amaneceres. Otros paisajes. Otras sensaciones que vivir. Hay una esperanza que es contra toda esperanza que nos renueva. Que nos saca del ostracismo de repetir incansablemente lo mismo aislándonos de toda posibilidad de ver algo diferente. No digo mejor o peor, digo ¡diferente!
Desde que en 2018 me desafiaron a formalizar mi participación en la Presbi coincide también con otras cuestiones más internas que se fueron moviendo, dinamitando, tomando otra forma. Y nuevas experiencias. Pasaron infinidad de cosas durante todo este tiempo transcurrido. Algunas que creí imposibles aunque las esperaba de manera latente desde hacía mucho tiempo. Pero hay cambios, y procesos. Avances… y a veces retrocesos, pero con impulso hacia adelante. Quiero abrazar aquello que está por venir para cambiar lo estanco. Sin negociar los principios bíblicos, éticos y morales en los que creo. Y hay mucho espectro amplio para ver y disfrutar. Por ahí viene mi pensamiento para este 2023.
Alégrense siempre en el Señor. Lo digo de nuevo: ¡Alégrense! Que todos sepan que ustedes son amables y gentiles. El Señor está cerca. No se preocupen por nada, más bien pídanle al Señor lo que necesiten y agradézcanle siempre. La paz de Dios hará guardia sobre todos sus pensamientos y sentimientos porque ustedes pertenecen a Jesucristo. Su paz lo puede hacer mucho mejor que nuestra mente humana. En fin, hermanos, piensen en todo lo que es verdadero, noble, correcto, puro, hermoso y admirable. También piensen en lo que tiene alguna virtud, en lo que es digno de reconocimiento. Mantengan su mente ocupada en eso.
Filipenses 4:4-8 PDT