Hoy es quizás uno de los días más difíciles de transitar. Víctima y victimario, la realidad me devuelve la consecuencia de la exacerbación de la tecnología por sobre la calidad de comunicación humana. Se pone en juego el corazón, la amistad y una relación especial, por confiar en sobremanera en la tecnología.
Cuando estaba en la Universidad, recuerdo tener discusiones teóricas sobre la mediación que nos transversalizaba. Nada que ver a lo que nos pasa hoy en día. En ese momento el celular servía para comunicarse hablando y sólo unos pocos eran poseedores de uno de ellos. Hoy parece que dependemos de Internet, los celulares, y todo medio gráfico-digital para comunicarnos, privándonos de oírnos, de sentirnos cerca los unos de los otros.
En esas tertulias que se daban en el bar, tenían como flanco la comunicación y los ruidos que se podían ocasionar. En ese momento no pensaba como ahora. Lo creía un medio importantísimo. Tenía amistades muy lejos y nuestra relación transcurría mediante un chat. Las cosas fueron cambiando, las comunicaciones fueron avanzando, pero creo que los humanos retrocedimos cuando le confiamos a la tecnología lo más precioso que tenemos entre nosotros: el habla cálida y personal. El habla no mediado, sino el hecho directo de poder oír a la otra persona sin que medien malentendidos, cosas dadas por sentado y confianzas desmedidas en los diabólicos aparatitos que nos tienen secuestrados. Mírenme a mi, que a falta de uno cargo con dos aparatos vibrantes y sonoros que lejos de acercarme a mis afectos, me aleja cada vez más y más. ¿Cómo hacíamos cuando no existían para vivir?…
Me frustra grandemente cuando no puedo ponerme de acuerdo con las personas que amo a causa de la tecnología. Mi vida es muy tecnócrata hasta que se trata de mis afectos. Hoy transito un tiempo difícil, donde la mediación nos separa, nos enfrenta y nos pone en veredas opuestas. Víctimas de la modernización tecnológica dejamos afluir las miserias humanas. No fuimos capaces de frenar a tiempo, y confieso, yo me zafé primero de la línea del respeto y el cuidado mutuo. Leí parte del mensaje y desconfié, o leí desconfianza y lo dije. No sé. Es una mezcla de exceso de sinceridad con víctima de la circunstancia. Yo sé que ambas partes tenemos razón, pero según parece no estamos dando los pasos necesarios para cambiar las circunstancias. Ojo no quiero dar lástima, nada más lejos de mí. Estoy en una encrucijada, en una paradoja de la vida.
¡Gracias señora tecnología! Me hace sentir tan bien cuando no me resulta una herramienta útil, sino un estorbo en mis relaciones personales (con ironía mórbida).
Espero que mañana los chubascos pasen y la tormenta haya sido un mal sueño.
¿Cómo hacíamos cuando no existían para vivir?…
¿Sabes qué hacíamos? Escuchábamos más y hacíamos sacrificios personales para podernos ver cara a cara y charlar con las personas que importan. Ahora dependemos de unas teclas, mensajes cortos y si acaso unas llamadas que cuestan caras, así que ahorramos dinero.
Espero aprendamos a apreciar la importancia de una plática cara a cara.
Keila
Sin dudas Keila… a veces perdemos esa permeabilidad que nos da el cara a cara y la mediación nos hace creer que eso es realidad, pero en sí es virtualidad. Todo es una relación virtual, no presencial, no táctica… siempre tácita y basada en los supuestos. Es desesperante. A mi me agobia en gran manera. Siento como el protagonista de Matrix tratando de salir del sistema.