Un episodio sin ninguna importancia hizo que una persona despreciara a otra. Quizás hubo una vieja historia ¿no? Pero la despreciada lo sintió. Sintió el desprecio, la ofensa, la indiferencia el vilipendio. Prefirió ignorarlo, pero estaba dentro de su corazón. Algunas otras veces había pasado por experiencias similares. Se sentía el patito feo de la granja. Aunque rodeada de otros patos, se sentía despreciado.
De pronto… una voz del cielo decía: «Éste es mi Hijo amado; estoy muy complacido con él.».
¿Cuántas veces escuchaste estas palabras para tu vida?… Dicen los psicólogos que el ser humano necesita al menos cuatro elogios al día para sobrevivir emocionalmente. Si a un bebé lo alimentas y no le das amor, se muere… sí, se muere de tristeza.
Seguramente te han dicho cosas animosas en tu vida, pero hace tiempo que no las escuchas. Quizás alguien te despreció con un sencillo gesto y te duele. Sin embargo hay alguien que es tu Padre Celestial que dice: «Éste es mi Hijo amado; estoy muy complacido con él.».
Olvida aquel hecho, proyectate hacia delante. Brindate como la primera vez que te fallaron. Recuerda lo importante que te sientes cuando te elogian y dicen cosas muy lindas acerca de ti. Hazlo con otros que están junto a ti. Recuerda que los amas. Evoca en tu memoria las palabras de Dios: «Éste es mi Hijo amado; estoy muy complacido con él.»
A veces te leo tan diferente que otras… no sé, hay escritos tuyos que son muy profundos y te hacen pensar con ejemplos de la vida cotidiana y otros que me parece una real pavada. Sin embargo vuelvo a leerte y esta vez te la echaste!
Sí es cierto. A veces tengo mucha inspiración otras no tanto… pero escribo lo que siento que debo decir. No muchos se atreven. ¿Tenes blog, fotolog, facebook o algo así? Si es así dejámelo. Quiero leerte y ver qué tal escribes.