Si hay un mal que nos agobia es la interpretación que algunas personas hacen de la realidad y de la historia. Hablan de “tapar” situaciones o de falta de “compromiso con la verdad”. Verdad que es vista desde un cristal sucio, cóncavo-convexo a la misma vez. Estos personajes sostienen que las reglas del mercado editorial y/o audiovisual como los intereses de entidades eclesiásticas son las que regulan la interpretación de los acontecimientos. Lo dicen de quienes tienen una opinión diferente. Muchas veces se confunde, la realidad con la verdad, y la verdad con opinión: ¿qué es la verdad sino la propia expiación de Jesucristo como redentor de pecados? Esa es la única verdad: “yo soy el camino, la verdad y la vida, nadie viene al Padre sino por mi” Jn. 14:6.
¡Cuidado! ¡No nos traguemos el camello mientras colamos el mosquito! Nos quieren convencer que el versito que nos cuentan es la Historia Oficial, única y verdadera. Como argentinos recordamos que la Historia Oficial es una cosa y la verdadera historia la cuentan los que no se mofan de estar comprometidos con la verdad, sino que de corazón y actitud lo están, y actúan de acuerdo a ese compromiso.
¿Cómo ayudar y sumar al Reino de Dios y a la unidad del cuerpo de Cristo? – se preguntan.
Quisiera contestar esta pregunta, pero no en mi sabiduría, sino en la consulta de las Sagradas Escrituras.
Primero, hay que recibir a Jesucristo como Señor y Salvador de nuestras vidas. Redentor de nuestras transgresiones y dueño absoluto de nuestro ser.
Segundo, bautizándose en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo (Mt. 28:19).
Tercero, tomando compromiso en la iglesia local, no dejando de congregarse como algunos tienen por costumbre (He. 10:25ª).
Cuarto, de lo que dependa de cada uno estar bien con todos. Solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz (Ef. 4:3). Esto quiere decir, no estar inmiscuidos en vanas contiendas. Si esto ocurriere, en el manual de vida, llámese la Biblia, hay un explicativo de cómo proceder al respecto (Léase Mateo 18).
Quinto, Jesús constituyó roles (apóstoles, pastores, profetas, evangelistas, maestros) a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo ¿hasta dónde?… hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo. Para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquier de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor. (Efesios 4:11-16)
Mis queridos, si tan sólo volcáramos nuestras dudas en el Señor Jesucristo y usáramos la Biblia para edificación y no como arma de defensa entre los cristianos, entenderíamos que, personas cristianas y comprometidas con la verdad no pueden plantearse preguntas de respuestas tan obvias en las Escrituras. El compromiso con la verdad no es otro que el compromiso con nuestro Salvador y Señor Jesucristo, porque él es la VERDAD: la única!
Ahora bien, quiero terminar con palabras del Apóstol Pablo: “Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados, con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros, solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; un cuerpo y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación” Efesios 4:1-4
Lizzie Sotola – Periodista
Muy buena la reflexión, pero ¿a qué va? ¿en quién estabas pensando cuando la escribiste? Vamos… deschavate… ja, ja
Un beso y gracias por invitarme a pasear por la «tierra de sombras».
María José
Creo que te lo dije… fue un impulso… JA!