—¿Qué soñó? —¡qué le importa!

Una de las cosas que nos pasa, al menos a mí me pasó, es que soñamos y soñamos mucho. Siempre fui medio “bohemia”, me decía mi mamá. “¡Qué lindo que es soñar. Soñar no cuesta nada. Soñar y nada más. Con los ojos abiertos…” —Kevin Johansen. (si lo leíste cantando ya vas entrando en mi forma de pensar). Dicen que lo heredé del hermano menor de mi papá, mi tío Roberto. Y si de hermanos de mi papá hablamos también tenía uno que se llamaba Carlos y de los dos saco a Roberto Carlos que quería tener un millón de amigos así más fuerte poder cantar. Y capaz que sí. No sé. Digo, que haya sacado lo soñadora de mi tío Roberto. Hay muchas cosas que tenemos en común, además del apellido y cierta locura por la historia familiar medieval. “Delirios”, según la mirada de mi mamá y de mi tía María Luisa (la esposa de Roberto, así no te pierdes en el arbol familiar).

La cuestión es que a veces los sueños se transforman en realidad. Y en otras, la realidad supera a los sueños. Por ejemplo, en determinado momento de mi vida oré a Dios para que me permitiera tener una vida llena de viajes, no trabajar en una oficina y ser útil. También le pedí a Dios, cuando era mucho más chica que quería servirle como mi papá, que era pastor. Que tampoco quería depender del sueldo de una congregación, sino que mi trabajo me mantuviera y fuera ministerio. Y esas cosas el Señor me las concedió.

Un loco sueño que cambió el rumbo de mi vida
Y hablando de sueños, cuando descubrí mi llamado ministerial… bueno, cuando lo descubrí no sabía qué era un llamado ministerial. Pero te cuento la historia. Estaba en la búsqueda de lo que significaba el llamado de Dios para mi vida. Hasta ese momento mi sueño era ser médica, cardiocirujana. A los 15 había investigado sobre el by pass, los transplantes de corazón y esas cosas me fascinaban. Poco meses después una de mis mejores amigas empezó a estudiar medicina (hoy es una destacada pediatra de la ciudad donde vivo) y yo andaba mirando sus libros, los huesos y jugaba con “Coquito”: un craneo que tenía para estudiar. Vuelvo… cuando descubrí mi llamado soñé con tener un diario como El Puente (era lo que se conocía a nivel cristiano y de gran tirada en los 80’s), con el profesionalismo de la Muy Interesante (la revista de seudo ciencia que leía con avidez) y tuve muchos años eso en la cabeza.

Lo charlé con quien era mi pastor en ese momento. Me acuerdo la charla en el estudio de grabación (CAVEA) que estaba en el mismo edificio donde estaba el templo de mi congregación y que usábamos como salón de reuniones los jóvenes. Los dos sentados frente a frente, él con el mate en la mano y yo con la guitarra azul a mi lado. Fue después de una conferencia nacional donde se había hablado de mayordomía, pero yo venía con este temita que no tenía relación alguna. Así que lo llené de preguntas que con paciencia me respondió.

Años después, ya en la facultad de periodismo me hice cargo de una web de noticias llamada Cristianet.com. Era toda mía. El dueño tenía muy buena voluntad pero no era periodista y no podía con todo. Así que hice mis palotes y los hice bien grandes, porque al poco tiempo fue una web de noticias evangélicas referente en el mundo hispano. Tal es así, que mi cobertura de un evento en el Obelisco de Buenos Aires, en septiembre de 2001, fue monitoreado desde Estados Unidos y entré en un radar internacional. Esa persona fue el ex-vice presidente de la Asociación Luis Palau, Jaime Mirón. Después Jaime y su esposa Abigail fueron dos amigos muy importantes. Pero Jaime me recomendó para formar un selecto grupo de periodistas y evangelistas en la web que se formó en COICOM —un congreso de comunicadores cristianos que ese año hizo su evento anual en Bolivia— en noviembre del mismo año. El que presidía ese grupo era Melvin Rivera, quien años más tarde fue uno de los 4 hombres más importantes dentro de la Sociedad Bíblica Unida. Melvin está casado con Aradí Vega Rivera, y ella fue mi jefa por 6 años en la revista y portal en internet Mercado Cristiano.

¡Claro! Ya había entrado en otro radar y ya estaba trabajando después de reencontrarnos con el pastor Rubén Proietti a quién había conocido una década atrás, en el estadio de River Plate para la campaña con Billy Graham en noviembre de 1991. Rubén fue la llave que Dios usó para abrirme puertas impensadas. Se convirtió en un líder cercano, un amigo fiel, un poco papá, pastor y siempre jefe querido. Hace unos meses falleció y todavía se me quiebra la voz y los ojos se me llenan de lágrimas cuando hablo de él. Él era la mano derecha de Luis Palau, fueron dos excelentes amigos. Muy cercanos entre ellos. Esa cercanía que gocé por ser parte del equipo de Rubén por más de 20 años. Sin duda muchas veces va a aparecer su nombre por aquí.

Lo cierto es que luego de estar en Cristianet, entré en Mercado Cristiano y de allí en Editorial Vida, donde me topé con otro grande que me abrió puertas, Esteban Fernández. Y con él soñé la agencia de noticias propia, Noti-Prensa,… y el resto es historia. Llegué a aquel sueño loco de difusión y creo, profesionalismo. Todo gracias a la misericordia de Dios.

Bueno ¿ves? ¡Está bueno soñar! Y empieza un nuevo año con todas las hojas en blanco para llenarlas de sueños… ¡Bendecido 2022!

Lizzie Sotola

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